Lo escribí para INMANENCIA, Revista del HIGA Eva Perón ( http://ppct.caicyt.gov.ar/index.php/inmanencia/ ).
Es actual y plantea algunas cuestiones de interés. Lo cocomparto.
“… "no
sabemos lo que nos pasa
y
eso es precisamente lo que nos pasa”
José Ortega y Gasset (1883-1955)
ESTO,
ES VIOLENTO
Jorge Luis Manrique
Se
acepta como violento a cualquier comportamiento humano deliberado que por
acción u omisión produce o amenaza con provocar daño a personas o
colectividades. Resulta del abuso de un poder cuyo objetivo es someter y limitar
potencialidades presentes o futuras. Individuos y grupos humanos emprenden con
frecuencia y ferocidad actividades donde asumen roles de victimarios sobre
otros que resultan víctimas. Puede manifestarse como agresión física, acoso
sexual o violencia psicológica. Viola derechos humanos y laborales al tiempo
que afecta la salud y el bienestar de las personas. En la actualidad y a nivel universal,
la violencia carece de aprobación pública y se le reprocha incorrección política.
Un sucinto análisis sugiere que esta es una de las tantas declamaciones vacías
y de mentida urbanidad, tan frecuentes en nuestra cultura. Este juicio está
teñido de violento escepticismo.
Carl
Von Clausewitz aseguró “la guerra es un acto de violencia que intenta obligar a
un enemigo a someterse a la voluntad del agresor”. Los últimos cinco mil años
de historia registran sólo novecientos de paz. Desde 1700 hasta nuestros días, las
guerras cobraron más de cien millones de vidas. El noventa por ciento ocurrieron
en el siglo XX. Una quinta parte de los diez a treinta millones fallecidos en la
1ª Guerra y una tercera parte de los cincuenta a sesenta y cinco millones desaparecidos
durante la 2ª Guerra Mundial y la guerra sino japonesa pertenecían a la
población civil. Los ciento cuarenta enfrentamientos bélicos de diversa magnitud
sucedidos desde 1945 ocasionaron más de trece millones de muertes. La
proporción de no combatientes muertos creció progresivamente: setenta y tres
por ciento en la década de los ´70, ochenta y cinco durante los ´80 y desde
entonces, más del noventa por ciento. Los expertos citan entre los “daños
colaterales” bombardeos (intencionales) de objetivos civiles, ataques contra
personal de salud que actúa en campos de combate, deportaciones, reclusión en
campos de concentración, hambre, pestes
y discriminación. Las guerras responden a orígenes y motivos diversos y
como categoría nosológica de la violencia, constituyeron la plaga más temible
de todos los tiempos, la peor del siglo XX. Las “grandes potencias” reconocieron
el desarrollo de estados de hostilidad y establecieron tratados “serios y
formales” donde, para disminuir y encausar excesos, registraron derechos e instituyeron
leyes que los tutelaran. Exhiben agendas plenas de mea culpa por consecuencias
indeseadas de acciones voluntariamente emprendidas, mientras “alimentan por
debajo de la mesa” a los monstruos de la violencia. Así, acunaron, aceptaron,
promovieron y financiaron agresiones bélicas y desatendieron la pobreza, la
desigualdad, el destrato y la inequidad. Por promoción o negación de su
existencia se acepta que “esto, es lo que hay” y así, se naturaliza la
violencia. El análisis del medio de información que se elija en toda latitud
ofrece ejemplos de atropellos verbales, físicos, institucionales y legales
acontecidos a diario. Fernando Savater asegura que los derechos humanos no han
logrado aplicación efectiva y que no superan un catálogo de buenos propósitos. Esto
es violento.
Los
individuos desempeñan sus tareas en ambientes donde las agresiones son cada vez
más frecuentes. Por su lugar de ocurrencia, algunas se catalogan como violencia laboral (VL). Casi una cuarta parte
de los episodios denunciados en el mundo acontecen en escenarios sanitarios. En
1996, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) calificó a la VL de
cuestión trascendente y la Organización Mundial de la Salud (OMS) le otorgó
categoría de epidemia. Reunidas ambas con la Agencia Europea para la Seguridad
y Salud en el Trabajo (EU-OSHA) coincidieron en la improcedencia de la
violencia. En un documento de redacción conjunta, proponen acciones centradas
en la dignidad, la igualdad de oportunidades y la no discriminación y promueven la instalación de medidas de profilaxis
destinadas a disminuir riesgos. A principios del siglo XXI, la Agencia Europea
publicó una guía de procedimientos “remediales” para VL en el ámbito de la
atención de la salud.
El “medio
interno” de numerosas instituciones donde se ejerce la medicina
congrega factores institucionales adversos, actitudes personales inadecuadas y
hostilidad creciente. Entre los factores insatisfactorios de los escenarios
figuran la insuficiencia de personal, demoras en la atención, retrasos en
turnos para estudios o intervenciones, salas de espera atestadas con diseño
ambiental inconveniente, confort e higiene impropias, falta de camas de
internación, traslados inopinados, seguridad inadecuada y trato improcedente
del personal administrativo o profesional. Las relaciones entre pares, entre
médicos y pacientes y entre pacientes y médicos, están plagadas de inquietudes
y de situaciones propicias para producir, recibir y asestar agresiones, ultrajes
individuales o colectivos reiterados. El aumento de presión asistencial a pesar
de insuficiencias conocidas y reconocidas, la imposición de normas de
cumplimiento imposible, la manutención de condiciones laborales negativas, las remuneraciones
exiguas, carentes de relación de dependencia y privadas de cobertura social son
algunos de los abusos cometidos por los empleadores (públicos o privados) contra
el personal de salud y cuya calificación cabría en acosos y discriminaciones de
diversas categorías. Los pacientes están enfermos y se quejan porque
perciben faltas en la atención, insatisfacción de sus necesidades y catalogan
como injusto el trato proporcionado por la administración sanitaria y por los
médicos. Los profesionales
de la salud, muchas veces están inquietos, exasperados y asumen procederes
profesionales que no son tales. Enfrentan a pacientes impacientes que los
agreden, a superiores o compañeros que los vejan y a administradores o
administrativos que los ofenden o injurian. Las agresiones se reiteran. Brotan
de las partes acciones defensivas, que desmerecen la calidad de las relaciones
interpersonales y de la atención de salud, aumentan los costos, restan eficacia
y eficiencia y disminuyen la productividad. Ante experiencias
indeseadas e indeseables constituidas por realidades imposibles de resolver a
título personal (falta de insumos, de personal, de camas….), muchos
profesionales limitan en lo posible el contacto y despersonalizan a pacientes y
familias. Ante la frustración cotidiana del “hoy no se puede, pero mañana
tampoco”, muchos se protegen y “encapsulan” para sobrevivir: se encuentran en
situación óptimo para desarrollar el síndrome de burn-out. Esto es
violento.
El drama
humano de la enfermedad potencia pena y letalidad cuando se asocia con la
miseria. El mundo en que vivimos exhibe una desigualdad compleja: no todos
somos ‘igualmente desiguales’, afirma CEPAL. El continente más inequitativo es
América Latina donde según el economista Bernardo Kliksberg “un 10 por ciento de la población concentra el
45 por ciento de los ingresos". Argentina ocupa el noveno lugar entre los países
que producen el 60% de las riquezas naturales del planeta, pero la pobreza afecta
a uno de cada tres o cuatro de sus hogares y uno de cada cuatro de éstos está en
situación de indigencia. Una de cada diez viviendas carece de agua corriente y
tres de cada diez no cuenta con servicio de cloacas, con la consecuente
insalubridad. El Estado otorga planes permanentes alimenticios, de salud,
educación, vivienda y trabajo a diez millones de personas. A pesar de todo, en uno
de cada diez hogares urbanos (más de tres millones de personas) se registra franca
malnutrición. El treinta y siete por ciento de los jóvenes no completa la educación
secundaria, el veinte por ciento no estudia ni trabaja y una octava parte (12%)
de los niños de entre 5 y 17 años realiza alguna actividad laboral para cubrir
necesidades económicas del hogar. La mitad de las nuevas generaciones de
adultos argentinos está excluida del sistema de la seguridad social. Movilidad
social descendente, desocupación, subocupación y precarización laboral, baja
remuneración de trabajadores activos y pasivos, falta de vivienda,
inestabilidad económica, inseguridad ciudadana, pobreza, hambre, abuso de
drogas y equilibrios ecológicos desatendidos prohíjan una nueva pobreza. La
incontinencia de los sistemas instituidos niega espacio a sujetos o grupos
marginados que quedan excluidos del conjunto como entes invisibles para la
sociedad. Ilegalidad, inseguridad y violencia son manifestaciones de esta marginalidad. Las
desigualdades estructurales conforman una matriz social fragmentada,
conflictiva y débil en reglas de convivencia democrática. En nuestro
país y según sondeos recientes de opinión pública los temas que más preocupan a
la población son la corrupción (37%), la inseguridad (24%) y la inflación (22%)
y los que figuran con niveles más bajos son la pobreza (7%), el desempleo (6%),
la salud pública (3%) y por último, la educación (1%). Esto es violento.
Umberto Eco
estima que transitamos hacia una nueva Edad Media. Propone enfrentarla haciendo
una quaestio disputata de todo saber y de todo quehacer. Sugiere explorar
diferentes senderos, conducidos por hipótesis que admitan la lógica de la
conflictividad y exploten el desorden. Nuestro legítimo deber es honrar el
contrato social suscripto por la comunidad: procurar el mayor bienestar para
todos, satisfacer los intereses personales en lo privado y el bien común en lo
público. Somos más o menos ignorantes, inseguros y faltos de confianza o de medios
para oponernos al status quo que ofrece problemas acuciantes. Los profesionales
deben hacer lo que deban hacer como corresponde y respetar la dignidad humana
guiados por la buena voluntad. Deben ganar a diario la confianza que les
concede su comunidad y construir su futuro sobre la comprensión de cuestiones
comunitarias del momento. Los principios de comportamiento profesional exigen a
los médicos fidelidad con el contrato social de la medicina y éste excede el
compromiso con el bienestar de los pacientes para exigir esfuerzos personales y
colectivos que permitan ofrecer una mejor atención de la salud. Causas y
consecuencias de la VL en la esfera sanitaria comprometen acciones médicas
correctivas. No hacerlo, es violento.
En “Discurso
sobre la servidumbre voluntaria”, Étienne de La Boétie (1530-1563) aseguró que
“el poder se impone sólo con consentimiento de aquellos sobre los cuales se
ejerce; la explicación de la servidumbre no se debe rastrear en los gobernantes
sino en los gobernados.” La ignorancia y la incomunicación acunan todos los
males. Es necesario un idioma común para exponer argumentos válidos y
establecer diálogos adecuados. La medida más fuerte para aplacar la violencia
es fortalecer la adquisición de actitudes, principios y valores que definan
el “estar” y el “ser” de los individuos dentro
de cada grupo humano. La educación es la herramienta social necesaria para lograr
equidad, sustentar el desarrollo e incluso crear, mantener o desarrollar un
orden democrático. La falta de educación alimenta la persistencia y
acrecentamiento de agresiones de toda laya. Esto, es violento
El
filósofo ingles Francis Bacon (1581 – 1626) aseguró “El que no quiere pensar es
un fanático; el que no puede pensar, es un idiota; el que no osa pensar es un
cobarde”. Sobra violencia. Evitemos cobardías, idioteces y fanatismos. Pesemos
y aceptemos nuestra responsabilidad. El mundo en que vivimos y el país que constituimos
dependen de nuestras opiniones y de nuestras acciones. Mejorar la salud física,
mental e institucional de los ciudadanos, de los profesionales y de todas
nuestras organizaciones exige disminuir el nivel de hostilidades interpersonales
e institucionales. Quienes estén convencidos de la perversión de las agresiones
deben evitar la propia, reclamar y lograr lo mismo de los demás. El
establecimiento de relaciones dialógicas entre las partes parece ser el único
camino para alcanzar esta meta. El razonamiento suele oponerse a la violencia.
Es imposible imaginar diálogos sin insistir en la necesidad de aumentar el
nivel educativo de los participantes.
La mejor propuesta que consiste en promover actitudes, principios y valores que definan el "estar" y el "ser" de los individuos y lograr relaciones dialógicas entre todos, evitar las agresiones propias y reclamar lo mismo de los demás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario